Quedan aún lejos, salvo adelantos que no parecen previsibles, las elecciones generales de 2012. Los datos de las encuestas nos muestran tendencias que pueden ir consolidándose. Es difícil que un gobierno recupere la credibilidad cuando se trata de un tema que afecta tan de lleno a los ciudadanos como la crisis económica, aunque esta pueda tender a remitir hacia 2011. Siempre se le podrá achacar, como ahora se le imputa, que no hizo todo lo que pudo para afrontarla o que minimizó su impacto por motivos electorales.
Otra pregunta clave es la que arroja como resultado la percepción mayoritaria de los que piensan que será el PP quien gane las próximas elecciones generales. Lo preocupante, en todo caso, es que ni unos ni otros aprueban, lo que nos llevaría a concluir que puede resultar vencedor el menos malo..., es decir, que sea más bien el PSOE el que pierda las elecciones por deméritos propios más que por méritos del rival. No es bueno, ni ilusionante, para la política. Por el momento, es lo que hay.
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