jueves, 20 de diciembre de 2012

Se veía venir: la COPE se come a Punto Radio

El acuerdo de asociación de las emisoras de Vocento con las de la cadena COPE era cuestión de tiempo. Se veía venir. Punto Radio nunca llegó a cuajar y resultaba deficitaria. El lavado de imagen con la introducción de la marca ABC estaba condenado al fracaso. Cuando una marca periodística no funciona, este tipo de parches no suelen servir. Por supuesto, aunque externamente se venda como una fusión, el pez grande se ha comido al chico: como ha titulado El País, "la COPE absorbe ABC Punto Radio".

Durante ocho años, desde 2004 hasta 2012, Vocento intentó tener una presencia fuerte en el sector radiofónico, pero la saturación del mercado (con cuatro grandes cadenas a nivel nacional, tres privadas y una pública), y la falta de una fórmula propia y diferenciada, especialmente con respecto a las más afines ideológicamente COPE y Onda Cero, la condenaron a un cierto ostracismo. El EGM nunca le llegó a dar más de medio millón de oyentes, cifra notoriamente insuficiente. La recesión económica de estos últimos tiempos ha sido la puntilla de este proyecto.

COPE sale ganando en número de postes y amplitud geográfica de cobertura: algo que venía persiguiendo desde hacía tiempo para poder competir en mejores condiciones con Onda Cero y la todopoderosa SER. Habrá que ver cómo encajan las nuevas piezas de Vocento en el organigrama de la cadena episcopal. Las cohabitaciones exigen de un tiempo de adaptación y, si no se hacen las cosas con tino, pueden surgir celos y desavenencias en las alturas, y no sólo en los inevitables despidos que se ciernen sobre trabajadores de la cadena de la hasta ahora cadena de Vocento. Recuérdese lo que ocurrió con los acuerdos de colaboración, en materia de información, entre Onda Cero y El Mundo allá por 2001 y 2002.

lunes, 13 de febrero de 2012

Comunicación de vacas flacas

Circula con frecuencia la afirmación de que la izquierda en España sabe comunicar mientras la derecha no sabe. Creo que es una generalización excesiva y que no resiste la crítica histórica. Por ejemplo, en los años noventa el liderazgo de Aznar en el Partido Popular se notó también en una mayor profesionalización de la tarea de comunicar lo que se hacía, primero desde la oposición y luego desde el gobierno. Y así llegó la primera mayoría absoluta del PP en el año 2000, llevada a cabo de forma inteligente desde el punto de vista estratégico. Se tiende a pensar que las victorias del PP han sido más por demérito del rival que por los propios aciertos, cosa que tampoco comparto.

En todo caso, me interesa recalcar el hoy y ahora, léase febrero de 2012, de la comunicación del nuevo gobierno de Mariano Rajoy. Es lo que podríamos denominar comunicación de vacas flacas porque los tiempos han venido así dados. Es todo un reto el que tienen ante sí los estrategas del gobierno y del PP para hacer de la necesidad virtud. Es más fácil y placentero, qué duda cabe, comunicar buenas noticias. Mucho más complicado resulta, y esa es la tesitura presente, tener que pintar el próximo panorama económico muy negro por un tiempo y, sin embargo, tratar de suscitar y vender esperanza. El tiempo juzgará si están sabiendo aplicarse en esta ardua tarea.

Durante algunos meses se podrán refugiar aún en la “herencia recibida”, que no han tardado en calificar de “envenenada” para ver si el adjetivo consigue permear la opinión pública y la publicada. El principal partido de la oposición se encuentra poco habilitado para la crítica pues todavía se le recuerda con facilidad como el principal culpable del estado de cosas. Pero es un argumento que tiene caducidad y no puede sostenerse durante toda una legislatura.

Por el momento, eso sí, no deja resultar llamativo cómo se han vuelto las tornas en cuanto al nivel de confianza en el gobierno y en la oposición. Según el último barómetro de Demoscopia para el diario El País, al 67 % de los encuestados Rubalcaba le inspiraba poca o ninguna confianza (entre ellos al 30% de los votantes socialistas). Esos datos eran los que habitualmente cosechaba Rajoy en la oposición. En el fondo, parece que muchos españoles, piensen lo que piensen en política, están deseando que el nuevo gobierno acierte… por la cuenta (corriente) que nos trae.

jueves, 2 de febrero de 2012

Alfonso Nieto sigue entre nosotros

Puede parecer una paradoja que haya elegido este título a la hora de glosar, en una primera reacción, el fallecimiento de Alfonso Nieto. No lo es porque su fecunda vida, exprimida hasta el último momento con una intensidad humana, académica y profesional fuera de lo común, ha dejado abundante rastro en tantas personas que lo conocimos y tratamos, especialmente en su querida Facultad de Comunicación. No se ha ido, pues, sino que ha decidido quedarse entre nosotros para que su ejemplo de vida siga espoleándonos a vivir con pasión nuestra tarea de investigadores y docentes en el amplio campo de la comunicación.

Recuerdo que hace casi tres años, cuando publiqué el libro sobre la historia de la Facultad en su 50º aniversario, don Alfonso se me enfadó al comprobar que, en el índice onomástico, él era quien más veces aparecía mencionado. Mi respuesta fue primero gestual: un encogerme de hombros acompañado luego de unas simples palabras que más o menos fueron “yo no tengo la culpa, la historia es la historia…”.

En efecto, Alfonso Nieto fue no sólo uno de los pilares de esta Facultad en sus inicios, después de asumir la dirección del entonces Instituto de Periodismo en diciembre de 1967, sino también uno de los principales artífices de la creación de las Facultades de Ciencias de la Información en España entre 1969 y 1972, es decir, la elevación oficial a rango universitario superior de dichos estudios.

Cada vez me produce más rechazo referirme al fallecimiento de personas ilustres como “una pérdida irreparable”. No sólo por un sentido cristiano de la vida, que nos hace ver que estamos en este mundo simplemente por algún tiempo, sino porque en el caso de vidas auténticamente logradas, el influjo de sus legados permanece. Y ese es el caso de don Alfonso, maestro para tantos de nosotros en el sentido clásico del término.

Tengo ante mi pantalla de ordenador la presentación en PowerPoint que había preparado con esmero para las clases con sus alumnos del Máster en Comunicación Política y Corporativa de este curso, y que finalmente no pudo dar al sobrevenirle la recaída final en su enfermedad. Se titulaba: “Comunicación Institucional e Intangibilidad. Reflexiones sobre su valoración”. Reflexionemos y valoremos justamente todo lo que él nos ha comunicado con su vida y con su obra. No le tenemos ya físicamente entre nosotros pero sí de esa forma intangible. El punto 1.1.B. de su primera diapositiva decía esquemáticamente: “Patrimonio intangible de comunicación”. ¡Qué gran definición para considerar lo que es ahora él para nosotros!

lunes, 30 de enero de 2012

Indignados con El País

El artículo-reportaje sobre el entorno de la candidatura de Chacón, aparecido ayer domingo en El País, ha provocado indignación en las filas de la candidata e incluso entre neutrales. Cierto es que se trata de una indignación sorda por motivos tácticos porque no se quiere entrar al trapo. Llevar la iniciativa es importante y ese señuelo podría desviar la atención de lo verdaderamente importante. Pero han sido significativas las airadas reacciones tuiteras de personas como Jordi Sevilla y Javier Solana, este último especialmente por sus conocidas buenas relaciones con Rubalcaba.

En todo caso, poco puede extrañar que un diario como El País, cuyas afinidades hacia Rubalcaba son por todos conocidas, haya publicado una pieza de ese calibre. Quedan en el aire algunas preguntas. ¿Ve el equipo de Rubalcaba tan insegura la victoria de su candidato en el congreso del PSOE como para tener que recurrir, a seis días vista, a publicar algo que inevitablemente sabían que iba a resultar controvertido? ¿Recurrir a ello no es acaso dar muestras públicas de un nerviosismo que se puede interpretar como inseguridad en sus posibilidades de victoria? ¿No pensaron que podía tener, como está sucediendo en algunos sectores del partido, un efecto bumerán, es decir, contrario al mensajero? ¿No se habrá traspasado tal vez la frontera del "fair play" que unos y otros decían respetar?

Los nervios está a flor de piel, y los días de campaña interna que quedan pueden depararnos aún algunas sorpresas. Este fin de semana fueron los apoyos de Felipe González y Teresa Fernández de la Vega a Rubalcaba y Chacón respectivamente. Aún quedan importantes dirigentes del partido que no han manifestado su posición y cuya opinión podría hacer inclinar la balanza hacia uno u otra. Y sobre todo, por supuesto, los delegados que son quienes votan al secretario general.

lunes, 23 de enero de 2012

RUBALCABA, CHACÓN Y ¿LOS DEBATES DE IDEAS?

Los “congresillos” provinciales del PSOE durante este fin de semana han sacado a relucir lo complicado que resulta enviar al público un mensaje de normalidad cuando dos candidatos se encuentran en plena batalla por conseguir la elección como secretario general del partido. Los supuestos debates de ideas, en los que ambos candidatos han insistido durante la campaña, se estrellan cuando de lo que se trata al fin y al cabo –pragmatismo impera– es de alcanzar el poder, es decir, sumar más votos que el rival. La percepción generalizada de la opinión pública sigue siendo la del enfrentamiento entre líderes y no entre ideas.

La guerra de cifras acerca de la apropiación de delegados presuntamente más rubalcabistas o chaconistas es un botón de muestra más o una consecuencia. Aparecer con más fuerza que el rival o adversario genera percepciones en al menos tres niveles que hay que considerar: la militancia del partido, los propios delegados elegidos y la opinión pública en general. Como es sabido, quien realmente decide los destinos del partido en la elección son los delegados. Siendo como son, hasta el último momento, soberanos de su propia decisión y voto en el congreso de febrero, sobre ellos recaerán estas dos últimas semanas previas presiones de todo tipo, procedentes tanto de la militancia como de los medios de comunicación más afines y de los medios en general.

Y no olvidemos la sorpresa que un tal José Luis Rodríguez Zapatero dio en el año 2000 gracias a esa estrategia de ir amarrando y sumando votos hasta el último minuto. Cuando una elección está reñida, y este parece ser el caso, el dicho popular de “hasta el rabo todo es toro” tiene más vigencia que nunca. Entonces su discurso en el congreso, su célebre “no estamos tan mal” que chocó contra el pesimismo imperante en los mensajes del resto de los candidatos, pudo terminar de convencer a los últimos delegados indecisos. Puede que este año de nuevo las intervenciones de Rubalcaba y Chacón resulten decisivas, no tanto por el mensaje en sí, que tampoco puede diferir en exceso, como por su tono, por sus acentos, por su capacidad de convicción en definitiva.

FRAGA Y LA PRENSA

En el tardofranquismo era difícil ser periodista, director de un medio de comunicación o empresario de prensa y tener un buen concepto de Fraga. Buena parte de ellos sufrieron directa o indirectamente sus iras cuando ejerció como ministro de Información y Turismo entre 1962 y 1969: multas, sanciones, amenazas y otros peligros de similar género fueron moneda común, y se puede encontrar en los libros de historia, en los testimonios de los protagonistas e incluso veladamente en las propias memorias del recientemente fallecido político gallego.

Sin embargo, su Ley de Prensa e Imprenta de 1966, a pesar de los pesares, fue un relevante factor aperturista en la esclerotizada opinión pública de la época. También hay que reconocerlo. Se pudieron publicar noticias antes impensables y llevar al debate público ideas divergentes a las mantenidas por los gobiernos de la época. El diario Madrid, que ciertamente acabó pagando la osadía con su cierre en 1971, se opuso en un editorial en primera página a la designación del príncipe Juan Carlos como sucesor a título de Rey. Diario SP pidió la dimisión de los ministros económicos por el caso Matesa. Se entabló entre distintos periódicos un debate mucho más intenso y plural que el existente entre las élites políticas del régimen. Comenzó el llamado “parlamento de papel”, vigente hasta las primeras elecciones democráticas de junio de 1977.

Se han destacado sobradamente las luces y las sombras, que de todo hubo, en el quehacer y en el legado político de Manuel Fraga. Uno de los lastres que impedía el crecimiento de su Alianza Popular en los años ochenta procedía de su “mala prensa”, y tiene bastante que ver con esa relación entre él y los medios escritos en los años sesenta. El eslogan popular “Fraga, España no te traga” tenía esos episodios como uno de sus ingredientes.

Se olvida muchas veces, en cambio, el importante papel que desempeñó en la gestación del diario El País, al que la opinión pública de los primeros años setenta –mientras esperaba su aprobación gubernativa para salir a la calle– se refería a menudo como “el diario de Fraga” aunque no fuese su único iniciador. Pero consta la capacidad de convocatoria que tuvo para animar a personas de su entorno político para sumarse como accionistas al proyecto. Además, realizó gestiones personales ante el gobierno de Arias Navarro para permitir su edición, cosa que finalmente se logró en septiembre de 1975, a escasos dos meses de la muerte de Franco. Luego pudo alardear El País, una vez que se cumplieron las eufemísticas “previsiones sucesorias”, de ser un periódico que no debía nada al pasado. No era cierto. La línea política que luego siguió anduvo lejana de la de Fraga, que recibió en plena campaña electoral de 1977 un editorial tan poco complaciente para él y su Alianza Popular que escribió una réplica al periódico. Pero esto es ya otra historia.