lunes, 2 de noviembre de 2009

¿Cerrojazo informativo o avestruz periodística?

La defensora del lector de El País, Milagros Pérez Oliva, publicó ayer un artículo con el título de "Cerrojazo informativo", cuyo encabezado afirmaba a modo de resumen: “El acceso a las fuentes informadas es cada vez más difícil. El aparato de comunicación institucional secuestra información que debería estar a disposición de los ciudadanos”. Era una especie de segunda parte del publicado por ella misma dos semanas antes. “Políticos que no aman a los periodistas”, y cuyo resumen decía: “Empezaron convocando ruedas de prensa sin preguntas y ahora envían a los medios declaraciones grabadas. Las relaciones entre política y periodismo se deterioran”.

No le faltan razones pero quizás no tiene razón. Me explico. Es cierto que los medios de comunicación están siendo cada vez más “puenteados” por las fuentes interesadas o “informadas”. Es cierto también que no se puede llamar rueda de prensa a una comparecencia sin preguntas: para eso no hace falta enviar a periodistas. No es menos cierto que se ha generado una tendencia creciente a crear o contratar gabinetes de prensa, como dice la defensora del lector, por “la necesidad de gestionar la visibilidad pública” por parte de “todo tipo de instituciones, empresas y actores sociales”. El resultado, en su opinión, es que “los medios cada vez tienen más dificultades para decidir su propia agenda y cada vez son más prisioneros de lo que trata de imponerles ese aparato de influencia”.

Ahora bien, ¿no estará Pérez Oliva cayendo en una simplificación excesiva del papel asumido –no en todos los casos pero sí en un buen número– por los departamentos de comunicación de empresas, instituciones, partidos o cualquier otro tipo de organizaciones? ¿No es lógico que todos ellos organicen, de un modo cada vez más profesionalizado, su comunicación, y que los periodistas, antes acostumbrados a otros usos, tengan que acostumbrarse a lidiar con estos nuevos modos de hacer?

Los medios empiezan a ser prescindibles o, al menos, a ser considerados como un público más al que dirigirse pero no necesariamente el prioritario o fundamental. Los medios y los periodistas deberían además mirarse a sí mismos para mejorar su pretendida labor de intermediación. Quizás no sean del todo conscientes de que, al haber perdido su anterior estatus privilegiado de interlocución con el resto de poderes políticos y económicos, están perdiendo credibilidad a chorros ante unos lectores que, además, pueden utilizar muchos otros cauces alternativos de comunicación gracias a las nuevas tecnologías. Y los departamentos de comunicación lo saben.

Se escuda la defensora del lector en que critica estos cambios “no porque dificulten el trabajo de los periodistas, sino porque afectan al derecho de los ciudadanos a recibir información veraz”. Mal que les pese a medios y periodistas, ¿no estaremos entrando en un período en el que ese innegable derecho de los ciudadanos pueda verse canalizado por otras vías distintas a la clásica mediación del tantas veces llamado “cuarto poder”? Los tiempos están cambiando y el periodismo entendido en el sentido más tradicional ha entrado en una crisis que no va a acabar con la profesión periodística ni con el negocio de la información pero que va a forzar, está forzando ya, una reinvención de sus tareas y funciones. Echar la culpa a los gabinetes de prensa, jugando al victimismo, es lo fácil, pero resulta lo más parecido a adoptar la táctica del avestruz ante el peligro. Hay que jugar con unas nuevas reglas. Mientras no se interioricen, la tan necesaria labor del periodista se hará cada vez más infructuosa.

1 comentario:

  1. Totalmente cierto, Carlos. Aquellos que ven peligrar su estatus, acostumbran a ser los primeros en tildar de catástrofe el progreso.

    A ver qué te parece el siguiente enlace. Se centra más en el modelo web, pero juega también, como el tema de nuestro ensayo de medios y opinión pública, a preveer el futuro.

    http://www.noupe.com/trends/the-future-of-the-web-where-will-we-be-in-five-years.html

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