miércoles, 4 de noviembre de 2009

Houston, tenemos un problema

La tendencia es creciente en los últimos barómetros del CIS: los políticos son cada vez más considerados como uno de los principales problemas que tiene el país. Incluso en el último de octubre, recién publicado, aparecen por delante del terrorismo. Esto último tiene una doble lectura: la positiva de la pérdida de fuerza de esa lacra violenta que nos azota desde hace ya tantos años... y la negativa de la manifiestamente mejorable percepción de los políticos, teóricamente dedicados a solucionar y gestionar los problemas públicos, no a crearlos, y menos aún a ser ellos mismos catalogados como "problema": el cuarto después del paro, la economía y la inmigración.

Esta situación abarca además al conjunto de la clase política. Resulta desolador que ni Rodríguez Zapatero ni Rajoy alcanzan unas cotas de confianza altas entre sus propios votantes: al 42% de los socialistas y 48,9% de los populares, respectivamente, les inspiran poca o ninguna confianza sus propios líderes. Además, ninguno de los ministros del actual gobierno alcanza el aprobado.

Difícilmente puedan arreglar sus problemas de percepción pública y de credibilidad el PSOE y el PP mediante meras acciones de marketing político. La crisis económica, en el primero de los casos, y la división interna en el segundo necesitan de una regeneración de mayor calado. De lo contrario, el fantasma de la abstención se cernirá sobre ambos en las próximas citas electorales.

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