lunes, 23 de enero de 2012

RUBALCABA, CHACÓN Y ¿LOS DEBATES DE IDEAS?

Los “congresillos” provinciales del PSOE durante este fin de semana han sacado a relucir lo complicado que resulta enviar al público un mensaje de normalidad cuando dos candidatos se encuentran en plena batalla por conseguir la elección como secretario general del partido. Los supuestos debates de ideas, en los que ambos candidatos han insistido durante la campaña, se estrellan cuando de lo que se trata al fin y al cabo –pragmatismo impera– es de alcanzar el poder, es decir, sumar más votos que el rival. La percepción generalizada de la opinión pública sigue siendo la del enfrentamiento entre líderes y no entre ideas.

La guerra de cifras acerca de la apropiación de delegados presuntamente más rubalcabistas o chaconistas es un botón de muestra más o una consecuencia. Aparecer con más fuerza que el rival o adversario genera percepciones en al menos tres niveles que hay que considerar: la militancia del partido, los propios delegados elegidos y la opinión pública en general. Como es sabido, quien realmente decide los destinos del partido en la elección son los delegados. Siendo como son, hasta el último momento, soberanos de su propia decisión y voto en el congreso de febrero, sobre ellos recaerán estas dos últimas semanas previas presiones de todo tipo, procedentes tanto de la militancia como de los medios de comunicación más afines y de los medios en general.

Y no olvidemos la sorpresa que un tal José Luis Rodríguez Zapatero dio en el año 2000 gracias a esa estrategia de ir amarrando y sumando votos hasta el último minuto. Cuando una elección está reñida, y este parece ser el caso, el dicho popular de “hasta el rabo todo es toro” tiene más vigencia que nunca. Entonces su discurso en el congreso, su célebre “no estamos tan mal” que chocó contra el pesimismo imperante en los mensajes del resto de los candidatos, pudo terminar de convencer a los últimos delegados indecisos. Puede que este año de nuevo las intervenciones de Rubalcaba y Chacón resulten decisivas, no tanto por el mensaje en sí, que tampoco puede diferir en exceso, como por su tono, por sus acentos, por su capacidad de convicción en definitiva.

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